domingo, 3 de enero de 2010

Antes de la noche vieja



Adoro las sorpresas, los viajes sin planear, las carreteras con la música atope y el vino caliente y la sopa gulash de pie mirando la casa de Mozart.










Un día alguien me dijo que eso de los planes y Dios no es solo un aforismo.





Justo después de noche buena y antes de la vieja me pase volando algunos miles de kilómetros y luego con coche de ida y vuelta unos 1000, para enamorarme de una nueva ciudad Salzburgo, para abrazar unas amigas, para……despedirme antes de saludar.






En el 31 concierto en Viena palmeando el himno Radecki, luego quemado el plomo como lo hacen por las tierras de ahí, me toco el Unicornio con regalos en los brazos...



Ahora que la suerte nos acompaña todos y cada uno de nosotros.