Memoria / la mia/
la vieja casa de mi abuelo
Mi abuelo y mi padre me llamaban siempre Elena, aunque no es mi nombre real. Decían que es por mi abuela que se murió antes que naciera. Con los años comprendí que no era solo por ella, nací un 2 de junio justo antes de la fiesta de los santos Constantino y Elena, el emperador que dio su nombre a Gran Constantinopla y su madre.
Mi abuelo había emigrado desde norte de Grecia a las montañas de los nestinaros, los hombres que andaban sobre el fuego. Luego se fue a vivir lejos de ahí, pero cada año se subía en un autobús y se iba solo a las fiestas de su alma como decía.
Seguramente tenia unos 8 años cuando por primera vez me llevo con el, no entendía la romería, las palabras, no entendía que justo por mi cumple en lugar de montar fiesta tenia que andar por las montañas con gente que no conocía. “Son tu gente”, me dijo, aunque no los conoces ellos te conocen, aunque no vuelves nunca mas aquí, estarán con tigo.
En la noche encendieron los fuegos, no como estos en el video, esto es para turistas para la tele, el otro es real, siniestro. Los gritos de las mujeres son espantosas, el ambiente es de peli de terror y sacrificio, luego viene la calma, las canciones, las abuelas danzando sobre el fuego, me dormí en el lecho de mi abuelo. En la mañana siguiente ya estaba como en casa, tranquila con paz y alegría. A veces creo que fue mi real bautizo, mi comunión.
Pasaron casi 15 años hasta que volví de nuevo, hice un camino de despedida y pase por ahí, había gente que sabían quien soy, conocían mi abuelo, la familia, me invitaron a comer, me hacían regalos, estuve perpleja, sorprendida, pero en casa.
Mi madre que es practicante cristiana no para de regañarme cuando le recuerdo que soy pagana, descendiente de los tracios, de los bárbaros, de las tribus de este, que llevo el alma de nómada y bailarina del fuego. Que se va hacer, tengo memoria ……
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